El carisma y espiritualidad Mínima se mueven en una ascesis cuaresmal de conversión con frutos dignos de penitencia en unión con Cristo Crucificado.
La ascesis, como camino de conversión y liberación de todas las cosas que puedan contraponerse a Dios, es consecuencia del amor que fundamenta la opción de nuestras vidas.
Lo que nos distingue especialmente en la Iglesia es el voto de vida Cuaresmal, que no se refiere solo a la alimentación cuaresmal, sino que abarca, en un empeño de total conversión, toda la vida para hacer realidad nuestra identificación con Cristo Crucificado.
Por medio de este voto, fundamento y eje de toda nuestra espiritualidad, unidas en corredención a Jesús Crucificado, hacemos de nuestras vidas una entrega
total a Dios, a la edificación de la Iglesia y a la salvación de las almas.
Como Mínimas, es nuestro deber cultivar muy especialmente:
-la humildad y el “silencio evangélico”
(Regla)
.
"Tanta será vuestra perfección cuanta sea vuestra
humildad"
(S. Francisco de Paula)
- la caridad, como irradiación del lema “Charitas”.
-la sencillez y la alegría como fruto del crisma propio.
La Virgen María es, Para la nosotras, después de Cristo, el modelo más eminente: ejemplo de humildad, de contemplación, de consagración y unión íntima con el Señor.