VIDA FRATERNA
“Con el tiempo si Dios quiere, podremos proveer a su santa intención para que en su casa, unidas en fervor de caridad, como religiosas, en su forma y Regla, puedan dar doctrina y ejemplo” (de las
cartas de S. Francisco a las primeras mínimas)
Nuestro Sto. Fundador
quiere de nosotras, que vivamos unidas en fervor de caridad; solo así podremos dar doctrina y ejemplo, no sólo a los que nos puedan observar desde fura, sino también, y sobre todo, a las nuevas generaciones, a aquellas jóvenes que
también hoy llaman a nuestras puertas con intención de consagrarse a Dios en nuestra Orden.
El ejemplo nos llega desde los primeros cristianos: “La muchedumbre de los que habían creído tenían un corazón y un alma sola”. (Hechos 4, 32) Es lo que, con la gracia del Señor, nosotras
intentamos vivir cada día y cada momento con esfuerzo y con alegría, porque precisamente la vida fraterna es una de las cosas más hermosas de la vida religiosa. Nuestro carisma y espiritualidad nos facilita grandemente la vida fraterna.
Y de veras es gratificante
en una comunidad como la nuestra en la que estamos hermanas de cuatro países y de tres continentes distintos. Es una riqueza de culturas, de lenguas, de edades y de condiciones sociales distintas que nos enriquece. Esto nos abre y dilata nuestro espíritu
y nuestro corazón a lo infinito. “Ved que dulzura y que delicia convivir los hermanos unidos”. (Salmo 132)
“Cuanto más intenso es el amor fraterno mayor es la credibilidad del mensaje anunciado y mejor se percibe el corazón del misterio de la Iglesia
como sacramento de la unión de los hombres con Dios y de los hombres entre sí” (Vida fraterna, 55)
“Las Comunidades religiosas, que anuncian con su vida el gozo y el valor humano y sobrenatural de la fraternidad cristiana, manifiesta a nuestra
sociedad con la elocuencia de los hechos la fuerza transformadora de la Buena Nueva.” ( Vida Fraterna 56)